NOTA: Cada artículo lleva SIEMPRE un tema musical. Recomiendo que antes de leerlo dadle al play; de este modo mientras se lee se puede escuchar la canción, que es el modo como fue escrito, con la música de fondo.

 

 

LA CIUDAD DE LA ESPERANZA


 

Rudyard Kipling dijo: Si en la vida el destino te derriba; si todo en tu camino es cuesta arriba, si tu sonrisa es ansia insatisfecha, si hay faena excesiva y vil cosecha, Si a tu caudal se contraponen diques, date una tregua, pero nunca claudiques.


    Tomar un café en un viejo bar que tenga cristales, sentarse cerca para mirar a través de él, detener nuestra mirada hacia la calle, es contemplar ese trocito de humanidad que arrastra historias, problemas, desengaños, y esperanzas en sus espaldas. Ese café nos sirve, sin tener que bajar la mirada hacia nuestro reloj, comprender que el tiempo puede en ocasiones detenerse atrapado contigo.

     No importa la zona de la ciudad, nunca verás el mismo perfil de personas, es el calidoscopio de la variedad, la mezcla de anécdotas, el ruido del sonido de los corazones que sufren sin haberlo merecido. Para un observador, ese café significa sentirse con la necesidad de hacer alguna cosa más, de devolver alguna sonrisa que de vez en cuando ha tenido, cruzar unas palabras con alguna persona que lo ha necesitado, sentirse vivo sin necesitar más compañía que la ofrecida en ese instante por la cucharilla y el sobre de azúcar de ese licor negro que sorbemos en pequeñas dosis de realidad.

     Cualquier ciudad encierra las mismas paradojas que podemos encontrar si analizamos nuestro sistema democrático y capitalista de consumismo desaforado que nos brinda la sociedad del bienestar, y que tanto se encargan de repetirnos esos políticos tan alejados de la tierra.         Vemos sus flaquezas, sus desigualdades, y a veces, incluso vislumbramos sus virtudes. Ofrece las mismas promesas que se dicen a los oídos los amantes en la cama, pero al igual que ocurre en los dos casos, al levantarnos olvidamos cumplirlas, pero tampoco nunca reclamamos su cumplimiento, que lo dicho se nos sea concedido.

      Susurramos repetidas palabras de amor, cual secreto escondido en un mapa, que hemos perfeccionado con los años aunque siempre sean las mismas palabras, en lugar de gritarlas, de demostrarlas, de hacerlas merecedoras de respeto. Besamos labios sin sentirlo por completo, sin implicarnos de verdad, obedeciendo a una inercia que nos empuja una gravedad interna que nos dirige hacia los lados, rozando los extremos sin quererlo, y se convierten entonces en besos estériles sin significado.

     Pero soñamos, mientras sorbemos el café para no quemarnos, soñamos en nuestra propia ciudad onírica y perfecta, dónde la utopía fabrica y construye los edificios que albergaran esas almas que han de habitar nuestro nuevo mundo. Los rescatamos de entre los transeúntes que pasan por delante del cristal del bar, al igual que un policía de aduanas, inspeccionando su interior mientras pasan por esa cinta que les mueve en su día a día, transportando de un lugar a otro sus lágrimas y sus risas, implorando poder vivir en paz.

      Tanta ciudad y tan poco por hacer cantaba Ismael Serrano. No podemos ir a cenar cada dos días a un restaurante, ni podemos ir al teatro cada fin de semana, ni al cine tres veces, ni asistir a las exposiciones de pago, ni a toda la oferta cultural que se nos ofrece como habitantes de la ciudad. Demasiadas cosas por hacer y tan poco dinero para gastar dirán algunos.

      Alimentamos nuestro propio cementerio vital, y damos de beber al consumismo desaforado el mejor de nuestros vinos, cual vampiro que nos desangra sin matarnos del todo, para que nuestro cuerpo regenere su líquido tan preciado y por el que mata si es necesario.

       Esperamos que llueva, para ver si la caída del agua pura desde tan alto consigue llevarse esa energía sucia que todo lo impregna, y conseguir arrastrar por la alcantarilla la incompetencia de los políticos para que sean engullidos por la tripas de la ciudad. Pero eso sólo puede ocurrir de momento en nuestro mundo inventado, que aunque siempre luce el sol, llueve cuando ha de hacerlo, para refrescar el aire con el equilibrio que brinda la naturaleza.

      Acabamos el café, pagamos agradecidos su precio, salimos a la calle y nos mezclamos con sus habitantes, arrastrando a nuestras espaldas nuestra historia personal, deseando poder parar de nuevo para soñar en nuestro mundo perfecto, con la esperanza de poder construirlo antes que desaparezca y falte el oxígeno del inconformismo social, que la sangre de la desobediencia inconstitucional deje de circular por nuestras venas, antes que nuestras voces sean silenciadas por un par de monedas de oro procedentes de un tesoro robado y arrancado con voracidad a nuestros habitantes.

      Pero nuestro mundo resistirá sus ataques, y sobrevivirá a pesar de las torturas infligidas con desprecio por los dirigentes de un mundo mandado por gente gris, sin cabeza, sin corazón, que miente por un trozo de calor, un calor que sólo la adulación les apacigua. Pero llegará el día en que un café, podrá cambiar el rumbo de un loco planeta.


Km. O -- Ismael Serrano

 

 

 

 


EL OLVIDO DEL PRESENTE

 

John Knittel dijo: "Se es viejo cuando se tiene más alegría por el pasado que por el futuro". 

 

  

      Sucede que a veces, no sabemos el motivo, pero nos parece que despertamos de un sueño que nos ha mantenido apartados de la vida cotidiana durante demasiado tiempo. Y sucede a veces, pero no sabemos que hacer en esos momentos en los que los párpados superan, en un tremendo esfuerzo titánico, la fuerza de la gravedad, y consiguen hacer que entre la luz del sol a nuestros ojos, e interpreten esa explosión cromática, dándole las formas en tres dimensiones, intentando no marearse al añadirse la profundidad, y el corazón vuelve a latir después de ese letargo que lo ha mantenido inerte al paso del tiempo.

 

      Sucede que a veces, notamos que no estamos solos en cada paso que damos; pero aunque no creamos en ellos, hay ángeles entre nosotros. Cada persona tiene el suyo, a veces es un desconocido, a veces es un familiar que nos dejó, a veces es alguien vivo que conocemos. Pero no intervienen a cada momento, saben cual es el instante preciso, y nos salvaguardan de los múltiples errores que comentemos con sólo levantarnos cada mañana. Y eso es precisamente lo que nos hace tan humanos, nuestro derecho a equivocarnos, a repetir los errores cuantas veces necesitemos, pero también a querer volver atrás para cambiar cosas de nuestra vida, lo cual nos condena al fracaso antes de empezar.

      Nos duele ser conscientes que eso no ocurrirá nunca. Nos duele pensar que ese dolor ya está inflingido. Nos duele saber que quizás no nos perdonen nunca. Nos duele pensar que hemos hecho daño a una persona que queremos.

 

      Sucede que a veces, queremos ser mejor personas sin saber con exactitud como lograrlo, o hacerlo. Sucede a veces que no nos damos cuenta, y ya somos esas buenas personas que deseamos ser, con el corazón tan grande que el ruido de los latidos ensordece a nuestro paso la tranquilidad de la ruidosa ciudad. Pero no lo vemos, no vemos que quién tenemos a nuestro alrededor nos demuestra constantemente con su amistad, su amor, su sinceridad, su fidelidad, sus risas, sus abrazos, sus besos, sus silencios, que somos importantes, que no nos quieren perder por nada del mundo, y que morirían al igual que nosotros moriríamos sin dudarlo por aquellos seres que queremos con tal fuerza e intensidad que romperíamos el corazón en dos si no lo controlásemos.

 

      Sucede que a veces, mirar al pasado sólo nos sirve para llorar y sufrir, pero nunca para avanzar. Y sucede que a veces, deseamos tanto el futuro, que vivimos en él, en un futuro de fantasía, que no existe y que hacemos nuestro nuevo hogar. En cambio, el presente, sólo nos damos cuenta que lo tenemos cuando nos ocurre en ese instante preciso algo que nos perturba y nos sacude el cuerpo violentamente. Sólo existe el presente, y sucede a veces que olvidamos vivir en él.

 

  

I CAN’T MAKE YOU LOVE ME – Bonnie Raitt

 


 

 

EL LLANTO DE LOS NIÑOS

 

 

      A menudo, las personas pierden la perspectiva de las cosas, de los pensamientos, de las acciones, incluso de su propio yo. Olvidamos con demasiada frecuencia que hay cosas que hay que preservar, que hay que proteger, que nunca hay que destruir, pero lo olvidamos.

      También olvidamos el pensar que no hay nada imposible, que no hay nada irrealizable en esencia, sólo por nuestros límites que nos marcamos o nos marcan (esa línea roja tan difícil de ver y detectar).
       Os digo esto porque la semana pasada me puse el DVD priginal que tengo del film británico “Children Of Men”, dónde se nos contaba que un futuro muy próximo ya no nacían más niños por una esterilidad misteriosa de las mujeres del mundo. Hay una escena del film en el que unos soldados oyen el llanto de un niño que ha nacido y que ha de proteger el protagonista. La escena tiene una tensión dramática especial, ya que se supone que en los últimos 20 años no han oído llorar a un niño.

      La pregunta es: ¿Cómo reaccionaríamos nosotros si eso pasase?. Difícil respuesta, y aún más difícil solución si hemos de hacer caso al rumbo que está tomando la raza humana en la actualidad. “Difícil el futuro de ver es” cómo diría el Maestro Yoda. Pero todos/as nosotros/as podemos aportar nuestro granito de arena con nuestras acciones, nuestras luchas, para que eso no llegue a suceder nunca. Y si morimos antes de ver si efectivamente todo esto ha cambiado para bien, no ha de hacer que no lo intentemos, ya que de este modo la derrota será mucho más rápida que la victoria. Deberemos de confiar en el resto de personas que piensan y actúan como nosotros y confiar en la continuidad de esto, pero siempre si lo hemos efectuado con el corazón, con intensidad. Seguro que si hacemos esto podremos cambiar las cosas.

      Aquellos que me conocéis desde hace tiempo, sabréis mi creciente interés, desde hace ya unos años, por tada la filosofía oriental, por esas constantes lecturas que realizo sobre el tema, ya sea de artes plásticas orientales, de Feng Shui, del arte del Bushido, del Tibet, entre otras muchas y que seguro os habré comentado alguna vez hasta el punto de hacerme pesado con ello…jejeje.

 

      Esta fábula china que hay a continuación, es el ejemplo de lo que os digo y espero os guste:

DE CÓMO EL VIEJO TONTO REMOVIÓ LAS MONTAÑAS

       Al norte de las montañas Taihang y Wangwu, que tienen unos setecientos li (1) de contorno y diez mil ren(2) de altura, vivía un anciano de unos noventa años al que llamaban El Viejo Tonto. Su casa miraba hacia estas montañas y él encontraba bastante incómodo tener que dar un rodeo cada vez que salía y regresaba de ella; así un día reunió a su familia para discutir el asunto.

- ¿Y si todos juntos desmontásemos las montañas? –sugirió el anciano-. Entonces podríamos abrir un camino hacia el Sur, hasta la orilla del río Hanshui.

Todos estuvieron de acuerdo. Sólo su mujer dudaba.

- No tienen la fuerza necesaria, ni siquiera para desmontar un cerrejón –objetó-. ¿Cómo podrán remover esas dos montañas? Además, ¿dónde van a vaciar toda la tierra y los peñascos?.

- Los vaciaremos en el mar –fue su respuesta-.

      Entonces El Viejo Tonto partió con sus hijos y nietos. Tres de ellos llevaron balancines. Removieron piedras y tierra y, en canastos los acarrearon al mar. Una vecina, llamada Ping, era viuda y tenía un hijito de siete u ocho años; este niño fue con ellos para ayudarles. En cada viaje tardaban varios meses.
Un hombre que vivía en la vuelta del río, a quien llamaban El Sabio, se reía de sus esfuerzos y trató de disuadirlos.

- ¡Basta de esa tontería! –exclamaba-. ¡Qué estúpido es todo esto! Tan viejo y débil como es usted no será capaz de arrancar ni un puñado de hierbas en esas montañas. ¿Cómo va a remover tierras y piedras en tal cantidad?

Entonces El Viejo Tonto exhaló un largo suspiro antes de contestar al otro anciano.

- ¡Qué torpe es usted! –le respondió- No tiene ni siquiera la intuición del hijito de la viuda. Aunque yo muera, quedarán mis hijos y los hijos de mis hijos; y así sucesivamente, de generación en generación. Y como estas montañas no crecen, ¿por qué no vamos a ser capaces de terminar por removerlas?

Entonces El Sabio no tuvo nada que responder, ni que rebatir.


(1) 1 Li = 500 metros
(2) Ren es una medida de longitud de la China antigua. 1 Ren equivale a 2 ½ metros aproximadamente.



VIRGIN AND CHILD -- Iona


 

 

VÍDEOS

            Hoy os incluyo unos cuantos vídeos para pasar un rato de este lunes de Marzo de un modo más divertido, y de paso descansar las neuronas para que puedan estar alerta.


      El primero de los videos es una parodia, mejor dicho, una excelente parodia de un actor norteamericano que se llama Jack Black, sobre un mítico personaje de cómic. El segundo también es del mismo actor, que se realizó para la entrega de los premios de la MTV. Tardan un poco en cargar quizás, así que paciencia, pero vale la pena la espera.

SPIDERMAN

 

      Otro de los vídeos, es de un programa de una televisión local en Barcelona muy bueno de tres cómicos, aunque en este en concreto salgo sólo uno y otro de ellos es la persona que llama, y que os pondré alguno de vez en cuando.

LA BRUJA GLADIS